La niebla se extendía sinuosa por
el valle, dando la bienvenida una vez más al otoño. De las laderas cubiertas de
hierba se escapaban pequeños riachuelos, formados por las recientes lluvias.
Las primeras luces del alba
acariciaban los tejados de la ciudad dormida, mientras la ciudad iba
despertando poco a poco.
Una figura de cobrizos cabellos
observaba la ciudad que se extendía a sus pies, desde su escondite favorito, en
lo alto de la Torre del Reloj, podía disfrutar de una visión panorámica de la
misma, y por ello tras permanecer acurrucada en el silencio de la noche se
permitió el lujo de escuchar, como la ciudad cobraba vida.
Desde el distrito de los
mercaderes, del que le llegaban el bullicio de los compradores y vendedores
negociando el precio de los objetos en venta, hasta el trinar de los pájaros
que llegaban desde el parque más allá de la catedral, los sonoros ecos del
martillo en el yunque del distrito de los enanos… Y las aisladas explosiones del
distrito de magos…
Si, pese a no ser su
ciudad natal, había conseguido ocupar un lugar especial en su corazón.
Una ciudad con dos caras, una más
amable donde el día al día se desarrollaba entre sonrisas cordiales, baladas y
descubrimientos. Mientras que la otra cara, más oscura podía llevarte a una
cruel condena o incluso a la muerte.
Se incorporó apoyándose en el
repecho de la almena, mirando hacia el Puerto, rememorando el primer día que
pisó esa ciudad. Cansada, hambrienta, con tan solo su voz y su lira para
conseguir unas monedas, la primera palabra amable, las risas cruentas, las
proposiciones indecentes, el miedo, la duda… y finalmente la desesperanza.
Fueron tiempos difíciles, pero finalmente tuvo suerte, un encontronazo en un
callejón, una oferta de trabajo y un tiempo más tarde, un agradable
descubrimiento… unas tenues lágrimas descendieron por sus mejillas.
Sí, finalmente ahora tenía todo
lo que buscaba… ¿entonces por qué sentía esa opresión en el corazón? Musitó para
sí enfurecida, ¿Debía cerrar los ojos y escuchar sólo a su corazón? ¿Debía ver
las evidencias y zanjar el asunto?...
-
¡Maldita seas una y mil veces Adryan
Drachenblut! Debiste recordar tu promesa…
Sus manos temblorosas limpiaron
las lágrimas de sus mejillas, apretando las mandíbulas mientras inspiraba
hondo.
Con un lento movimiento desenvainó
la espada de su padre, captando los brillos de las luces de la mañana, su
mirada vagó por las pequeñas runas talladas en la hoja captando su atención.
“Nunca te rindas, excepto a las
convicciones del honor y del sentido común”
Una frase que había escuchado
miles de veces de labios de su padre… Tomando una decisión, volvió a guardar la
espada mirando desafiante la ciudad.
Esta noche zanjaría de una vez
por todas todo, esta noche rompería las cadenas que la ataban, esta noche
volvería a ser ella misma, dejaría atrás las lágrimas, los celos, los perdones,
las peleas, la desconfianza…
Volvería a ser como al principio,
sólo se preocuparía de ella misma y de su familia, ahora que la había
encontrado no pensaba perderla por una tontería.
Ningún hombre volvería a usarla
nunca, ningún hombre volvería a reírse de ella, ningún hombre la ataría con cadenas
invisibles y el peso de la conciencia, ningún hombre volvería a hacerle daño, ningún
hombre…
Respiró profundamente comenzando
a descender por las escalinatas, sonrió a su pesar pues allá arriba dejaba
finalmente sus miedos, sus celos, su vergüenza… ahora más que nunca se sentía
fuerte como nunca.
Con un suspiro salió finalmente
de la Torre, enfrentándose de nuevo sola y más fuerte que nunca al mundo.
Y es que a veces, es mejor
avanzar sola antes que retroceder.
Avanzar sola, antes que retroceder. by Nissa Audun is licensed under a Creative Commons Reconocimiento-NoComercial-SinObraDerivada 4.0 Internacional License.
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