lunes, 24 de abril de 2017

Al que madruga... ¿Dios le ayuda?



Se despertó de golpe, desorientada mirando a su alrededor hasta que escuchó la familiar respiración de su novio al lado, centró la mirada en el despertador constatando que nuevamente se había despertado cinco minutos antes de que sonara la alarma.

Con cuidado apagó el despertador para que su novio no se despertara, tal y como hacia cada mañana y de puntillas salió del cuarto cerrando la puerta tras de sí, dirigiéndose al baño para darse una ducha tibia y arreglarse.

Después fue al comedor donde dejaba la ropa preparada la noche anterior y se vistió, sin hacer ruido, para finalmente dirigirse a la cocina donde prepararía el café para ella y para él.

Sonrió mientras sacaba las tazas, y cambiaba el agua a la cafetera, cualquiera pensaría que estaba loca, pero ella disfrutaba con esos pequeños gestos.

Cuando tuvo listo el café agarró las dos tazas con una mano, procurando no quemarse como la última vez y abrió la puerta del cuarto deslizándose en silencio hasta donde su novio descansaba.

A medida que se acercaba intuyó que algo iba mal, pero no fue hasta que se encontró frente a él cuando aquello que su subconsciente le había indicado tomó relevancia, su sonrisa se congeló el rostro en una extraña mueca de terror y sorpresa, apenas fue consciente de cómo su mano caía a plomo incapaz de sostener las tazas, no sintió el café ardiente salpicar sus piernas, no escuchó el ruido de las tazas repicando contra el suelo.

Y fue eso precisamente lo que la salvó, pues al hacerlo escuchó un siseo y algo oscuro salió reptando de la habitación saltando por la ventana abierta.

Asustada cerró la ventana bajando la persiana, para volverse hacia su novio y zarandearle.

-¡Despierta! ¡No me dejes así! ¡No puedes hacerme esto!

Esos fueron los gritos que escucharon sus vecinos, quienes avisaron a la policía. Al llegar al piso encontraron a la muchacha catatónica, aferrada a las manos de su novio a quien le habían arrancado los ojos murmurando:

-Tenía que haberte despertado… tenia que haberte despertado… tenia que haberte despertado… Tenía que haberte despertado… tenia que haberte despertado… tenia que haberte despertado… Tenía que haberte despertado… tenia que haberte despertado… tenia que haberte despertado… Tenía que haberte despertado… tenia que haberte despertado… tenia que haberte despertado… Tenía que haberte despertado… tenia que haberte despertado… tenia que haberte despertado…

Se llevaron a la muchacha, pero por más que buscaron no encontraron ni restos de sangre, ni los ojos del desdichado.

La autopsia revelaría que seguía vivo cuando comenzaron a sorber su cerebro a través de las cuencas oculares. 



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Una vez mas me siento ante el ordenador, aprieto el botón de encendido y espero pacientemente hasta que es operativo. Entonces busc...