Se despertó de golpe, desorientada mirando a su alrededor hasta que escuchó la familiar respiración de su novio al lado, centró la mirada en el despertador constatando que nuevamente se había despertado cinco minutos antes de que sonara la alarma.
Con
cuidado apagó el despertador para que su novio no se despertara, tal y como
hacia cada mañana y de puntillas salió del cuarto cerrando la puerta tras de sí,
dirigiéndose al baño para darse una ducha tibia y arreglarse.
Después
fue al comedor donde dejaba la ropa preparada la noche anterior y se vistió,
sin hacer ruido, para finalmente dirigirse a la cocina donde prepararía el café
para ella y para él.
Sonrió
mientras sacaba las tazas, y cambiaba el agua a la cafetera, cualquiera
pensaría que estaba loca, pero ella disfrutaba con esos pequeños gestos.
Cuando
tuvo listo el café agarró las dos tazas con una mano, procurando no quemarse
como la última vez y abrió la puerta del cuarto deslizándose en silencio hasta
donde su novio descansaba.
A
medida que se acercaba intuyó que algo iba mal, pero no fue hasta que se
encontró frente a él cuando aquello que su subconsciente le había indicado tomó
relevancia, su sonrisa se congeló el rostro en una extraña mueca de terror y
sorpresa, apenas fue consciente de cómo su mano caía a plomo incapaz de
sostener las tazas, no sintió el café ardiente salpicar sus piernas, no escuchó
el ruido de las tazas repicando contra el suelo.
Y
fue eso precisamente lo que la salvó, pues al hacerlo escuchó un siseo y algo
oscuro salió reptando de la habitación saltando por la ventana abierta.
Asustada
cerró la ventana bajando la persiana, para volverse hacia su novio y
zarandearle.
-¡Despierta! ¡No me dejes así! ¡No
puedes hacerme esto!
Esos
fueron los gritos que escucharon sus vecinos, quienes avisaron a la policía. Al
llegar al piso encontraron a la muchacha catatónica, aferrada a las manos de su
novio a quien le habían arrancado los ojos murmurando:
-Tenía que haberte despertado… tenia
que haberte despertado… tenia que haberte despertado… Tenía que haberte
despertado… tenia que haberte despertado… tenia que haberte despertado… Tenía
que haberte despertado… tenia que haberte despertado… tenia que haberte
despertado… Tenía que haberte despertado… tenia que haberte despertado… tenia
que haberte despertado… Tenía que haberte despertado… tenia que haberte
despertado… tenia que haberte despertado…
Se
llevaron a la muchacha, pero por más que buscaron no encontraron ni restos de
sangre, ni los ojos del desdichado.
Al que madruga ¿Dios le Ayuda? by Nissa Audun is licensed under a Creative Commons Reconocimiento-NoComercial-SinObraDerivada 4.0 Internacional License.