sábado, 24 de septiembre de 2016

Tiempos de Esperanza


¿Cuanto tiempo debe pasar para convertirte en lo que más odias? Ese era el pensamiento que reverberaba en mi mente mientras dejaba que mis pies avanzaran como una autómata.

Me encontraba perdida, sola y hambrienta... sin rumbo. vagando por un bosque desconocido, huyendo de las grandes bestias, alimentándome de las pocas bayas que lograba encontrar en los arbustos, cazando cuando el hambre dejaba libre la maldición que hacia arder mi sangre y romper mis huesos para adquirir la forma de la bestia.

Me detuve mirando mis ropas harapientas, mis manos manchadas de tierra, mis pies descarnados, ¿dónde quedaba esa joven muchacha de piel nívea y entusiasta?

Un sollozo se abrió paso por mi garganta y sin poder controlarlo, sentí como la bestia tomaba el control, aullando de dolor entre chasquidos de huesos rotos me transformé, resoplando de dolor, cuando todo pasó mire de nuevo esas zarpas, el pelaje claro que cubría mi cuerpo y lentamente me rendí, dejando que mis rodillas besaran la tierra.

No sé cuanto tiempo pasé llorando en silencio la pérdida de mi antigua vida, abrazada a mi misma mientras la angustia sacudía mi cuerpo y los recuerdos fustigaban mi mente.

Fue entonces cuando ya no tenía más lágrimas que sentí que no estaba sola, alcé la vista y ahi estaba, un gran lobo blanco que sentado sobre sus cuartos traseros me observaba en silencio.

Pestañeé lentamente creyendo que se trataba de una alucinación, pero seguía ahi, ante mí, silencioso como habia llegado.Me limpié como pude las lagrimas del rostro, y ladeé la cabeza buscando a sus compañeros, seguramente me habían confundido con una presa fácil. Sonreí por un instante pues no imaginaba muerte mas irónica que morir a manos de mis semejantes.

Pero estábamos solos, al menos por lo que pude apreciar.

Me incorporé entonces lentamente mientras el gran lobo hacia lo propio, me dirigió una última mirada y comenzó a andar dándome la espalda para detenerse unos instantes antes de volver a mirarme. ¿Acaso quería que le acompañara? 

Sin pararme mucho a pensarlo, pues había decidido que se trataba de un sueño o una alucinación le seguí tambaleante, abriéndonos camino entre el silencioso bosque.

Caminaba con la mirada fija en la espalda del lobo, que de tanto en tanto giraba la cabeza, avanzamos en la arboleda que poco a poco fue haciéndose más espesa, las ramas golpeaban mis brazos al pasar, algunas incluso fustigaban mi rostro, pero poco me importaba. Ayudándome del bastón para caminar, pues las ramas, piedras y hojas de los árboles formaban una alfombra sobre la que mis pies convertidos en zarpas se hundían.

Fue entonces cuando distinguí la abertura de la cueva a la que nos dirigíamos, así pues, ¿me llevaba como el cordero al matadero, cerca de su madriguera para saciar el hambre de sus compañeros? Me detuve dubitativa mirando en torno, pero no reconocía la zona y mucho menos tenía fuerzas para seguir corriendo.

Volví la vista al lobo que se había detenido en el umbral de la cueva, me dirigió una ultima mirada antes de desaparecer por la abertura. 

Parpadeé y pensé en huir por un instante, pero luego aparté ese pensamiento de la mente, ¿para qué iba a huir si es lo que llevaba buscando desde hacía tanto tiempo?

Con determinación me acerqué a la cueva, e inclinando la cabeza me introduje en la oscuridad. Poco a poco fui avanzando buscando el destello blanco del pelaje del animal que me guiara hasta esa cueva, pero por mas que avanzaba no distinguía nada. La oscuridad fue haciéndose más agobiante, el túnel por el que caminaba siguiendo el recorrido con una mano titubeante apoyada en el rugoso muro, se extendía al parecer sin fin.

Poco a poco noté como el suelo se enfriaba, estaba pisando roca, sin rastro de tierra ni ramas. De vez en cuando mis pies pisoteaban un charco, algo que me asustaba pues no es para nada agradable.

Tragué saliva y seguí avanzando, perdida en la oscuridad, las orejas pegadas a la sien mientras el sonido de mis zarpas reverberaba en el pasadizo. Tenía miedo de avanzar, pero me atemorizaba más la idea de volver, de seguir perdida en el bosque acompañada tan sólo de mis recuerdos.

No se cuanto tiempo anduve, hubo un momento en que el paso se hizo angosto y tuve que detenerme para tranquilizarme y adoptar mi forma humana, finalmente creí escuchar un rumor y ¿no era eso claridad? Con el corazón palpitando con fuerza avancé mas deprisa, medio encorvada por el estrecho pasadizo.

Un recodo más y lo vi de nuevo, sentado sobre los cuartos traseros, enmarcado por una brillante luz, como si de una mágica visión fuera. El lobo me esperaba pacientemente.

Me quedé muy quieta, dejando que poco a poco mis ojos se acostumbraran de nuevo a la luz, avancé entonces lentamente bajo su mirada, y entonces lo vi. 

Ante mí una enorme cueva abovedada, por cuya cúpula caía estruendoso un enorme torrente de agua, la claridad provenía de esa abertura en el techo, inundando la sala con una cálida luz, arrancando destellos de las brillantes y tumultuosas aguas,

Maravillada avancé torpemente hasta detenerme a orillas del manantial y fue cuando sentí la testa del animal rozar mi mano. Bajé la mirada y así era, el gran lobo estaba a mi lado, me miró nuevamente y avanzó lentamente hasta tumbarse con aire digno a orillas del manantial. Su mirada pesaba más que el estruendo de la cascada.

Lentamente volví a mirar la superficie del agua, un reflejo distorsionado de mi rompía la superficie pero fue bastante para ver en que estado me encontraba.

Sucia, con la ropa hecha harapos, la cara manchada de tierra y el pelo enredado en hojas. Todo un espectáculo. Inspirando hondo, me desvestí y dejé el bastón a un lado.

Temblando miré al lobo que me miraba con su hocico apoyado sobre sus patas delanteras, sin saber bien como o por qué me habia traido hasta alli, introduje un pie en el agua que para mi sorpresa estaba templada.

Lentamente entré en las aguas, sintiendo como mordía las heridas de mi cuerpo, los arañazos escocían, pero al tiempo me aliviaba... era extraño pero allí en mitad de la nada, acompañada solo por el lobo, me sentí por primera vez en paz.

Me limpié despacio, arrancando las hojas de mis cabellos, limpiando la suciedad de mi piel, que poco a poco volvia a recuperar su palidez.

Cuando me sentí limpia salí de las aguas buscando mi ropa, pero no la encontré. Sorprendida miré en torno  y donde antes estuvo el lobo, distinguí un bulto de ropa.

Me acerqué titubeante, temblando de frío y temor, hasta que tome entre mis manos el sencillo jubón y los pantalones de cuero, miré dubitativa entorno pero ni rastro del lobo.

Con cuidado me vestí con esas ropas limpias y nuevas, sentada en la piedra trencé mis cabellos mojados y esperé, hasta que el sueño me hizo dar alguna cabezada, hasta que decidí tumbarme sobre la fría losa y dormitar.

Desperté cuando sentí una suave caricia en el rostro, alcé la vista de manera repentina y ahi estaba el lobo blanco, era su hocico dandome leves topetazos en el hombro lo que me habia despertado.

Ante mi tenia fruta, y un pequeño pergamino donde escritas con una letra sesgada y clara habia unas pocas lineas. Cogí titubeante la nota y la lei lentamente, sintiendo como un nudo se formaba en mi garganta, mire en torno pero no habia nadie mas que yo y el lobo que en ese momento se habia tumbado a mi lado apoyando su cabeza en mi pierna solicito.

Acaricie pensativa su testa, sonriendo para mi, guardé el pergamino en mi pechera con cuidado y comí la fruta que se me ofrecía. 

Después, pasado un tiempo, puesto que no quería irme de aquel lugar, tomé mi bastón y echando un ultimo vistazo atrás sali de nuevo por donde habia venido.

Una vez fuera me detuve, mirando el bosque ante mi, acariciando distraída el pelaje del lobo, quien me dió un ultimo topetazo con el hocico antes de salir al trote y perderse entre los árboles.

Inspiré un instante y comencé a andar, buscando la salida del bosque, era tiempo de volver a la civilización. 

Mientras caminaba pensaba en las palabras que me habían dirigido: "Por muy oscuro y solitario que sea el camino, siempre habrá una luz que te guíe. No estás sola, aún te queda mucho que recorrer. Vuelve a la vida cachorra, ve a Darnassus, allí te esperan"

Quienquiera que fuera mi benefactor siempre estaré en deuda con él, o con ella, pues me ayudo a recuperar algo que creí perdido: la Esperanza.


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