viernes, 13 de febrero de 2015

La leyenda del Lobo y la Lechuza.

 
Un día, por la certera flecha de un cazador, una lechuza cayó y fue tan estrepitosa la caída que sus alas se desplumaron y quebraron y pensó que nunca mas volvería a volar. Así, tendida en el suelo, llorando y asustada, la encontró un lobo y cayéndole en gracia la tomo suavemente entre sus fauces y se la llevó.
 
Pasó el tiempo y las plumas de la lechuza volvieron a crecer aun mas hermosas, sus huesos se soldaron y la alegría volvió a encender su corazón. Pero como toda ave, quiso tomar vuelo e irse lejos... Pero el lobo se había acostumbrado a su compañía y no la dejaba marchar, no quería que lejos de él la volvieran a lastimar.
 
Un día el Lobo y la Lechuza tuvieron una discusión, pues uno no quería dejarla ir y la otra no pensaba más que en volar... Ella intentaba escaparse y el Lobo la atrapaba con suavidad, pero de tanto forcejeo y sin intención alguna, el lobo en una de las ocasiones quebró las suaves alas de la lechuza que gritó y se apartó de el, el lobo espantado por haberla herido se alejó de ella a la carrera, avergonzado y a su vez defraudado en el fondo de su corazón.
 
Orgullosa como siempre, y decidiendo que nadie la diría nunca que hacer, la Lechuza se arrastró paso a paso a la cima de la montaña y con un último esfuerzo, se lanzó en su último vuelo, los gatos que la vieron caer dijeron "si queda viva juguemos con ella", las hienas que olieron su sangre correr gritaron "¡comida!" y el lobo, que los escucho a todos, se alejó a la carrera sin girarse.
 
Cuenta la leyenda, que en noches de luna llena, vaga el Lobo aullándole a la Luna su dolor, y la Orgullosa Lechuza mientras... se aleja esquiva.
 
Y es que a veces por  orgullo no queremos hacer caso a quienes nos quieren desinteresadamente... sino que creemos en las fantasías que nos cuentan el resto, que como los gatos y las hienas, solo esperan nuestro tropiezo para su propio provecho.

 
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