jueves, 14 de noviembre de 2013

EL TROVADOR ENAMORADO

En uno de mis muchos viajes, coincidí en una oscura taberna con una noble Kaldorei, compartimos una copa de vino al amor de la lumbre mientras regalaba mis oídos con esta vieja historia.

"Hace mucho tiempo llegó a la ciudad un joven aventurero, colgando de su hombro un viejo laúd, sus cabellos oscuros cuidadosamente aseados, al igual que el resto de su persona. Sus claros ojos verdes obsequiaban miradas lujuriosas a las muchachas, mientras de sus labios se escapaban promesas de amor, lisonjas y alguna que otra sonrisa.

Tal caballero se presentaba como el Juglar Simón de Valcourt, con su suave voz narraba historias, unas veces con hermosos finales, otros crueles y atroces... Pero lo mejor era cuando acariciaba las cuerdas de su laúd y deleitaba los oídos de su público con sus baladas de amor.

Dicen que muchas damas, de alta y baja alcurnia, pasaron por sus sábanas... todas satisfechas, y alguna que otra enamorada... aunque pronto despechada.

Así pasaba nuestro juglar sus días, bebiendo, apostando, cantando y jugando entre las sábanas del lecho.

Una tormentosa noche en que los elementos bramaban enfurecidos, agitando las ventanas de la taberna con torrenciales lluvias mientras el viento ululaba a las afueras, una joven elfa entró en la posada. Supo que era elfa, cuando se quitó la capa empapada, agitando sus cabellos del color de la madreselva, dejando ver sus encantadoras orejas puntiagudas. Sentándose en la mesa más alejada, dejando a un lado su arco y su carcaj, fue atendida rauda por la Tabernera, una mujer de edad media, de contundentes formas y un carácter aún mas contundente.

Mientras el famoso juglar deshilachaba la historia de rigor, sus ojos no perdían detalle de la hermosa doncella. Su piel pálida y sonrosada, sus ojos serios e insondables, su cuerpo apenas cubierto por unas finas tiras de piel... que dejaban entrever sobre sus turgentes formas un intrincado diseño tatuado de un color verde intenso...

Las risas del público le hicieron volver a la realidad, puesto que como un imberbe se había quedado enmudecido observando a la doncella elfa, ésta le sonrió levemente antes de beber de una taza humeante.

Volviendo su atención al público terminó la historia, desesperado por conocer en persona a la extraña doncella, más al levantar la mirada descubrió la silla vacía.

Con gran pesar recibió su paga y decidió abandonar el lugar, puesto que sabía de sobras que no era digno para esa mujer... en su lecho le esperaba la siempre dispuesta Primrose, mejor una dama de carne y hueso que una de fantasía.

Pero el pobre muchacho, al llegar a su chiscón... no podía dejar de pensar en esos ojos brillantes, en sus facciones, sus tatuajes... sus largas piernas, sus caderas... la pequeña forma de sus ...

La buscó esa noche y las siguientes más no la volvió a ver... desconsolado empezó a perderse en el bosque, su carácter se volvió taciturno... despreciaba a sus conquistas, maltrataba a sus antiguas compañías... hasta tal punto que le echaron del pueblo, hartos de su mal carácter.

El joven... apenas una sombra del que fue permaneció entonces en su choza, día tras día, noche tras noche... escribiendo hermosas baladas para su dama de fantasía.

Una noche Simón, escuchó un leve sonido... alguien llamaba a su puerta... y por las horas, sí ... seguro que era Magda, la Tabernera que pese a todo se preocupaba de el y a veces le llevaba una marmita con algo de comida. Sonriendo a su pesar se encaminó a la puerta, pero cual fue su sorpresa cuando descubrió a la fuente de su desgracia... su amada...

Ésta le sonrió murmurando delicadamente, tan sólo escuchar su voz fue como bálsamo para su corazón fustigado.

- ¿Puedes salir un momento, por favor?- el hombre titubeó, pues conocía su aspecto... desgreñado, maloliente... no era como esperaba presentarse para volver a verla... avergonzado dio un paso saliendo de su escondite, pestañeando ya que el sol dañaba sus ojos acostumbrado a las penumbras de su hogar.

La elfa le estudió detenidamente, esbozando una leve sonrisa.

- Tsk... Estás peor de lo que esperaba... Magda, me comentó de tu extraña enfermedad... y vine a ver si podía ser de ayuda... - con delicadeza descolgó el arco de su hombro, utilizándolo como bastón para apoyarse en el suelo. El joven carraspeó, sin saber que decir, y descubrió que todas las palabras de amor que había escrito le parecían vanas ante su hermosura, a sus ojos acudieron lágrimas de angustia mientras su boca permanecía sellada, su corazón encogido en su pecho, su respiración agitada... hasta que bajó la mirada a sus pies, sin poder soportar por más tiempo la visión de su amada. Una alegre risa, como de unas campanillas regalaron sus oídos. Simón alzó la mirada confuso, dolido... ¿acaso se reía de él?.

- Oh venga! ¿No me digas pequeño humano que he silenciado tu verborrea? Dime... donde están tus promesas de amor eterno, donde están tus baladas de ensueño, dime... ¿acaso no soy lo suficientemente hermosa para merecerlas?- La elfa le miraba divertida, algo se incendió en el interior del trovador que furioso la espetó.

- Eres la más hermosa de las criaturas que he llegado a conocer! Te he buscado por todas partes, he corrido tras tu sombra, he escrito mil versos, he llorado por tu recuerdo y si... claro que te he dedicado promesas de amor eterno... y ahora, que estoy enfermo... ¿vienes a reírte de mí?-

- No... pequeño... no me río... por eso he venido...- la elfa le miró en silencio un breve instante antes de continuar hablándole mientras sacaba una flecha de madera plateada de su carcaj- Debes saber, que por tu culpa, muchas mujeres han llorado, han corrido tras tu sombra, han escrito mil versos, han derramado lágrimas suficientes para llenar un océano... y por eso... lanzé mi hechizo sobre ti, para que sintieras en tus huesos... lo que tu mismo has provocado a tantas mujeres.-

El retrocedió espantado... ¿un hechizo?... las lágrimas manaron libres por su rostro mientras su mente desquiciada aullaba en silencio, dejándose caer sobre las hojas del bosque la miró suplicante.

- Acaba con esto... he aprendido la lección, más no puedo vivir con este tormento... ¡liberame o mátame, te lo ruego!- la elfa sonrió asintiendo, mientras le apuntaba con la flecha, el hombre cerró los ojos conteniendo la respiración que sólo se atrevió a soltar cuando sintió el silbido y el impacto de la flecha entre sus rodillas abiertas, cuando abrió los ojos, descubrió la flecha ante sí pero ni rastro de la elfa... - NO!!! VUELVE!!! SI NO ME VAS A MATAR LIBERAME!!! NO PUEDES DEJARME ASI!!!- una voz le susurró a sus espaldas.

- Te liberaré... pero no mereces esa flecha...¡sino morir como el cerdo que eres!- antes de que pudiera reaccionar sintió como le cercenaban la garganta, boqueando ensangrentado cayó de lado, prendiendo la mirada en esos ojos fríos que le observaban al tiempo que su mano empuñaba el cuchillo empapado en sangre. Lentamente exhaló su último aliento, mientras la elfa guardaba la flecha y limpiaba el cuchillo en las ropas del trovador muerto.

Echando un último vistazo al cuerpo se permitió una leve sonrisa antes de proseguir su camino, en busca de nuevas presas."

Nunca supe si la hermosa Kaldorei que me contó esa historia fue la misma que acabó con la vida de ese hombre, no me atreví a preguntar y ella no lo confirmó, sólo sé que cuando se fue... recogió su arco y su carcaj, lleno de hermosas flechas de madera plateada

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lunes, 11 de noviembre de 2013

REENCUENTRO

 
No podía dejar de mirar la pantalla… le encantaba la forma en que sus labios se curvaban en esa afable sonrisa, sus ojos castaños la miraban vivaces… sí, conocía cada detalle de su rostro, se había pasado seis meses observándole. ¿Seis meses? Todo había pasado tan deprisa…
Se conocieron una tarde, debatiendo en un foro de literatura… él tan confiado exponía su opinión sobre el último best-seller adolescente, tachándolo de simplista, argumentando la evidente falta de personalidad de sus innumerables seguidores… Entre los que se encontraba ella por supuesto… No pudo remediarlo, le contestó enfadada aunque usualmente se contenía en esos casos, le criticó por su falta de miras, le criticó por su superficialidad, le criticó por su egocentrismo y por muchísimas cosas más.
Recuerda como ese día apagó el ordenador rabiando por dentro, sintiéndose mal pues en el fondo sabía que ese chico, el del nick tan curioso “RiosdeTinta”… tenía parte de razón al respecto.
Al día siguiente conecto como era habitual, y descubrió un mensaje privado en su perfil. RiosdeTinta le había escrito con un cuidado lenguaje, enumerándole una a una las razones por las que dicha novela le suponían una simple labor de marketing. Algo se encendió en su corazón, le contestó con la misma frialdad, refutando sus argumentos en la medida de lo posible. Envió la contestación con una sonrisa triunfal, tan sólo para recibir después una sola línea como respuesta:
“Querida… me encantaría debatir contigo hasta la eternidad sobre este tema, pero sinceramente, me interesa más saber quién se esconde detrás de la Rosa del Desierto”…
Ella sonrió divertida, ese era su Nick y desde entonces, habían comenzado a hablar, primero por mensajes de correo, después le pidió el Skype… comenzaron a conversar a diario… desnudando sus almas frente a la pantalla, enamorándose sin saberlo.
Aún recordaba los nervios cuando por veinteava vez él la pidió encender la  webcam, casi había pasado casi un mes, pero ella tenía miedo. ¿Y si no le gustaba? ¿Y si era como otros y dejaba de hablarla? Prefería vivir una fantasía que volver a sentir la fría garra de la soledad, aliñada con la sensación de saberse despechada.
Finalmente encendieron la cam… él se quedó mirándola en silencio, ella se perdió en su mirada, sus labios, sus facciones… Y tímidamente apagó la cámara.
“¿Por qué quitas cam?
Porque sé que viene ahora… y prefiero que me lo digas sin verme.
… Ah… y ¿que esperas que pase?
Dirás como todos, lo siento, pero eres un encanto de niña, y quiero que sigamos siendo amigos… lo de siempre…
Eres tonta… por qué habría de decir eso? Eres hermosa…
Estas de coña.
No, hablo muy en serio… enciende la cam preciosa… no te alejes de mi”
Desde ese día juró que estaría siempre a su lado, ¡le amaba tanto!
Y ahora, al fin iba a verle, había estado ahorrando para comprarse el billete… todo estaba pensado, la coartada para sus protectores padres, para los de él, incluso se había llevado el dinero ahorrado para el viaje de fin de curso… por estar con él… al fin estarían juntos, aunque fueran solo por unas horas.
Entonces… ¿por qué estaba tan nerviosa? Una voz retumbó melodiosa por el vagón indicando la inminente llegada a destino.
Sus manos aferraron el teléfono, como lo haría un náufrago a una tabla, sus ojos observaron el andén notando como el tren frenaba, su corazón luchaba por llegar a su garganta mientras sus pulmones ardían al fallarle el habla.
Respiró profundamente, y con decisión cogió su bolso encaminándose hacia la estación. Nada más salir de la misma recibió el caluroso abrazo de la provincia Malagueña, sonrió a su pesar deslizándose tras la marabunta humana. Cotilleó la hermosa estación, con sus grandes arcos, el personal de la estación siempre solícito recibiendo a los cansados viajeros…
Pasó el control, encaminándose hacia el centro del gran salón de la entrada, el techo altísimo presidía el conjunto de tiendas de la misma. A su alrededor, tiendas de revistas, ópticas, y también de juguetes, joyerías… unas escaleras subían a la segunda planta donde pudo atisbar un restaurante de comida rápida y lo que parecía un ¿casino?.
Miraba en derredor buscando a su amor, pero no le veía… quizás estaba fuera fumando un cigarrillo… tomó el teléfono y llamó, pero a pesar de dar tono nadie respondió.
Sus ojos se llenaron de lágrimas, su estómago sufrió un espasmo… doblándose sobre si misma se acuclillo intentando recomponerse… Seguramente a estas alturas se reía de ella… ¿Dónde estaba? En ese instante su teléfono cobró vida y con una sonrisa lo descolgó:
¿Dónde estás?
Acabo de llegar a la estación, estoy cerca de la entrada principal, al lado de la óptica… ¿de veras vendrás?
¡Pues claro tonta! Es que no sé que ha pasado, que el autobús nos ha dejado lejísimos de la estación, ya voy para allá mi amor… no te vas a librar de mí tan fácilmente! Estoy a cinco minutos! Te quiero, besos!!
Te quiero!! Besos!!
Cerró la tapa henchida de felicidad, mirando en torno nerviosa, arreglándose el cabello, mientras intentaba que los nervios no la provocaran un infarto.
De repente creyó escuchar un grito lejano, pero no vió nada extraño, seguro que le habían gastado alguna broma a alguna chiquilla.
Miró nuevamente el reloj… ya pasaban de los diez minutos… nerviosa caminó arriba y abajo por la estación, mirando su reloj… con un suspiro se puso los cascos escuchando su canción preferida, intentando calmarse mirando la pantalla del teléfono ajena a los ruidos de su alrededor, ajena a las pitadas de los coches, las carreras e incluso algún estruendo lejano.
Finalmente no pudo esperar más, maldita sea, se había quedado sola en la estación… sus zapatos levantaban sonoros ecos por la estancia, a su alrededor no se movía nada. Asustada retrocedió hasta el abrigo de una columna, mirando hacia fuera confusa.
Todo parecía normal, la gente caminaba despacio, debido al calor seguramente, y como no, había atasco, porque los coches es que ni se movían.
Musitando para sí volvió a llamar a su amado. Un pitido sonó tras ella y con un respingo se giró, allí estaba su chico… apoyado en la puerta de cristal, parecía que había venido corriendo y miraba a su alrededor con cara de espanto, al verla corrió y la estrechó entre sus brazos.
Estas viva! Estas bien!!!
Eh… si… Oye Dante… que te pasa?
El la miró extrañado mirando de nuevo hacia fuera, cogiéndola de la mano la llevó hasta una tienda, cerrando las puertas tras ellos. La llevó presuroso hasta una esquina del inmueble, mirando nervioso hacia la calle. En el camino ella se asustó de su comportamiento, al principio pensó que se había citado con un loco al fin y al cabo, como tantas veces le dijera su madre, pero entonces vio la mancha de sangre en su hombro… los arañazos de su espalda y sintió miedo, por primera vez en su vida.
Amor… que ha pasado? ¿quién te ha hecho eso?
El permaneció en silencio con la cabeza gacha, tras un momento de incertidumbre se acercó a el, posando amorosamente una mano en su hombro, deseando sentir como sus brazos la abrazaban apartando los miedos… y entonces, su deseo se cumplió, salvo que esos brazos la atenazaron con fuerza, mientras el desfigurado rostro de su amor se abalanzaba sobre ella, arrancándole la vida directamente de su cuello…
Rosa… lloró lentamente, su último aliento exhalado entre los brazos de su amor, de su verdugo.

Miedo al fracaso.

Una vez mas me siento ante el ordenador, aprieto el botón de encendido y espero pacientemente hasta que es operativo. Entonces busc...