jueves, 22 de marzo de 2018

Miedo al fracaso.



Una vez mas me siento ante el ordenador, aprieto el botón de encendido y espero pacientemente hasta que es operativo.

Entonces busco en los archivos guardados, revisando las notas, los escritos, capítulos inacabados de una novela que llevo años tratando de terminar... relatos cortos que brotan aquellos días en que doy rienda suelta a mi imaginación, aquellos pensamientos que vuelco sobre la pantalla dando sosiego a mis temores, a mi tristeza, a ese vacío que siento a veces en el alma.

Suspiro nuevamente sin saber por donde empezar... demasiadas ideas en la cabeza y el temor siempre presente atenazan mis manos, impidiéndome seguir. Miedo a escribir algo que me resulte agradable solo para mi, miedo al rechazo de aquellos a quienes va dirigido, miedo a las criticas de los mas "entendidos", miedo a fracasar nuevamente.

Es difícil llevar a cabo tus ilusiones cuando dependen de tantas variables... ¿Y si lo que para mi es un genial argumento, original y novedoso resulta un tópico para otros? ¿Y si mis relatos no atraen la atención del lector? ¿Y si lo que escribo no es más que basura?

Finalmente me decido, me pongo la música de fondo y dejo volar los dedos sobre el teclado, sin importarme el resultado, tan sólo dejo que broten las palabras y antes de que me de cuenta una historia germina y comienza a desarrollarse sola.

Los personajes me muestran su personalidad, sin reparar en ello. El mundo va tomando forma mientras añado palabra a palabra el desarrollo de sus vidas, sus sufrimientos, sus esfuerzos por conseguir su objetivo, sus miedos ante el fracaso y me uno a ellos en su esperanza por llegar a buen puerto.

Y a veces, me encuentro sonriendo cual idiota, releyendo esos párrafos... o me emociono sola, llorando por la escena que he creado, pues a veces en esos relatos dejo escapar parte de la tristeza que me asola el alma.

Por último termino la novela, y orgullosa la releo, la corrijo y cuando compruebo que está todo correcto la guardo.

Y es entonces cuando mis manos temblorosas acarician el teclado, pues me resulta difícil tomar la decisión de enviar ese manuscrito al editor para que la corrija. ¿Y si me lo devuelve sin más comentario que "es infumable"?

Guardo el archivo en esa carpeta que poco a poco se va engrosando, un rincón secreto donde las vidas de muchos empiezan y terminan, conmigo como único testigo de sus vivencias.

Ese miedo me atenaza, me impide cumplir mi sueño... pero tantas veces he visto destrozados esos pequeños atisbos de esperanza que prefiero evitar sufrir... pero al mismo tiempo me maldigo porque no soy lo suficientemente valiente para dar el paso.

Cuando un conocido me manda un link con su novela publicada, orgulloso no puedo por menos de admirar su valentía y envidiarla. ¿Alguna vez daré el paso?

Envejezco al igual que mis escritos, veo como maduran de un lenguaje más inocente a uno mas cuidado, estudiado y quizás triste. Me hago vieja, como mis esperanzas...

Lentamente apago el ordenador y me recuesto en el sofá, las manos en torno a una taza de café mientras mi mirada vaga por la ciudad en calma, buscando las fuerzas para perder ese miedo al fracaso.

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Miedo al fracaso.

Una vez mas me siento ante el ordenador, aprieto el botón de encendido y espero pacientemente hasta que es operativo. Entonces busc...