lunes, 11 de noviembre de 2013

REENCUENTRO

 
No podía dejar de mirar la pantalla… le encantaba la forma en que sus labios se curvaban en esa afable sonrisa, sus ojos castaños la miraban vivaces… sí, conocía cada detalle de su rostro, se había pasado seis meses observándole. ¿Seis meses? Todo había pasado tan deprisa…
Se conocieron una tarde, debatiendo en un foro de literatura… él tan confiado exponía su opinión sobre el último best-seller adolescente, tachándolo de simplista, argumentando la evidente falta de personalidad de sus innumerables seguidores… Entre los que se encontraba ella por supuesto… No pudo remediarlo, le contestó enfadada aunque usualmente se contenía en esos casos, le criticó por su falta de miras, le criticó por su superficialidad, le criticó por su egocentrismo y por muchísimas cosas más.
Recuerda como ese día apagó el ordenador rabiando por dentro, sintiéndose mal pues en el fondo sabía que ese chico, el del nick tan curioso “RiosdeTinta”… tenía parte de razón al respecto.
Al día siguiente conecto como era habitual, y descubrió un mensaje privado en su perfil. RiosdeTinta le había escrito con un cuidado lenguaje, enumerándole una a una las razones por las que dicha novela le suponían una simple labor de marketing. Algo se encendió en su corazón, le contestó con la misma frialdad, refutando sus argumentos en la medida de lo posible. Envió la contestación con una sonrisa triunfal, tan sólo para recibir después una sola línea como respuesta:
“Querida… me encantaría debatir contigo hasta la eternidad sobre este tema, pero sinceramente, me interesa más saber quién se esconde detrás de la Rosa del Desierto”…
Ella sonrió divertida, ese era su Nick y desde entonces, habían comenzado a hablar, primero por mensajes de correo, después le pidió el Skype… comenzaron a conversar a diario… desnudando sus almas frente a la pantalla, enamorándose sin saberlo.
Aún recordaba los nervios cuando por veinteava vez él la pidió encender la  webcam, casi había pasado casi un mes, pero ella tenía miedo. ¿Y si no le gustaba? ¿Y si era como otros y dejaba de hablarla? Prefería vivir una fantasía que volver a sentir la fría garra de la soledad, aliñada con la sensación de saberse despechada.
Finalmente encendieron la cam… él se quedó mirándola en silencio, ella se perdió en su mirada, sus labios, sus facciones… Y tímidamente apagó la cámara.
“¿Por qué quitas cam?
Porque sé que viene ahora… y prefiero que me lo digas sin verme.
… Ah… y ¿que esperas que pase?
Dirás como todos, lo siento, pero eres un encanto de niña, y quiero que sigamos siendo amigos… lo de siempre…
Eres tonta… por qué habría de decir eso? Eres hermosa…
Estas de coña.
No, hablo muy en serio… enciende la cam preciosa… no te alejes de mi”
Desde ese día juró que estaría siempre a su lado, ¡le amaba tanto!
Y ahora, al fin iba a verle, había estado ahorrando para comprarse el billete… todo estaba pensado, la coartada para sus protectores padres, para los de él, incluso se había llevado el dinero ahorrado para el viaje de fin de curso… por estar con él… al fin estarían juntos, aunque fueran solo por unas horas.
Entonces… ¿por qué estaba tan nerviosa? Una voz retumbó melodiosa por el vagón indicando la inminente llegada a destino.
Sus manos aferraron el teléfono, como lo haría un náufrago a una tabla, sus ojos observaron el andén notando como el tren frenaba, su corazón luchaba por llegar a su garganta mientras sus pulmones ardían al fallarle el habla.
Respiró profundamente, y con decisión cogió su bolso encaminándose hacia la estación. Nada más salir de la misma recibió el caluroso abrazo de la provincia Malagueña, sonrió a su pesar deslizándose tras la marabunta humana. Cotilleó la hermosa estación, con sus grandes arcos, el personal de la estación siempre solícito recibiendo a los cansados viajeros…
Pasó el control, encaminándose hacia el centro del gran salón de la entrada, el techo altísimo presidía el conjunto de tiendas de la misma. A su alrededor, tiendas de revistas, ópticas, y también de juguetes, joyerías… unas escaleras subían a la segunda planta donde pudo atisbar un restaurante de comida rápida y lo que parecía un ¿casino?.
Miraba en derredor buscando a su amor, pero no le veía… quizás estaba fuera fumando un cigarrillo… tomó el teléfono y llamó, pero a pesar de dar tono nadie respondió.
Sus ojos se llenaron de lágrimas, su estómago sufrió un espasmo… doblándose sobre si misma se acuclillo intentando recomponerse… Seguramente a estas alturas se reía de ella… ¿Dónde estaba? En ese instante su teléfono cobró vida y con una sonrisa lo descolgó:
¿Dónde estás?
Acabo de llegar a la estación, estoy cerca de la entrada principal, al lado de la óptica… ¿de veras vendrás?
¡Pues claro tonta! Es que no sé que ha pasado, que el autobús nos ha dejado lejísimos de la estación, ya voy para allá mi amor… no te vas a librar de mí tan fácilmente! Estoy a cinco minutos! Te quiero, besos!!
Te quiero!! Besos!!
Cerró la tapa henchida de felicidad, mirando en torno nerviosa, arreglándose el cabello, mientras intentaba que los nervios no la provocaran un infarto.
De repente creyó escuchar un grito lejano, pero no vió nada extraño, seguro que le habían gastado alguna broma a alguna chiquilla.
Miró nuevamente el reloj… ya pasaban de los diez minutos… nerviosa caminó arriba y abajo por la estación, mirando su reloj… con un suspiro se puso los cascos escuchando su canción preferida, intentando calmarse mirando la pantalla del teléfono ajena a los ruidos de su alrededor, ajena a las pitadas de los coches, las carreras e incluso algún estruendo lejano.
Finalmente no pudo esperar más, maldita sea, se había quedado sola en la estación… sus zapatos levantaban sonoros ecos por la estancia, a su alrededor no se movía nada. Asustada retrocedió hasta el abrigo de una columna, mirando hacia fuera confusa.
Todo parecía normal, la gente caminaba despacio, debido al calor seguramente, y como no, había atasco, porque los coches es que ni se movían.
Musitando para sí volvió a llamar a su amado. Un pitido sonó tras ella y con un respingo se giró, allí estaba su chico… apoyado en la puerta de cristal, parecía que había venido corriendo y miraba a su alrededor con cara de espanto, al verla corrió y la estrechó entre sus brazos.
Estas viva! Estas bien!!!
Eh… si… Oye Dante… que te pasa?
El la miró extrañado mirando de nuevo hacia fuera, cogiéndola de la mano la llevó hasta una tienda, cerrando las puertas tras ellos. La llevó presuroso hasta una esquina del inmueble, mirando nervioso hacia la calle. En el camino ella se asustó de su comportamiento, al principio pensó que se había citado con un loco al fin y al cabo, como tantas veces le dijera su madre, pero entonces vio la mancha de sangre en su hombro… los arañazos de su espalda y sintió miedo, por primera vez en su vida.
Amor… que ha pasado? ¿quién te ha hecho eso?
El permaneció en silencio con la cabeza gacha, tras un momento de incertidumbre se acercó a el, posando amorosamente una mano en su hombro, deseando sentir como sus brazos la abrazaban apartando los miedos… y entonces, su deseo se cumplió, salvo que esos brazos la atenazaron con fuerza, mientras el desfigurado rostro de su amor se abalanzaba sobre ella, arrancándole la vida directamente de su cuello…
Rosa… lloró lentamente, su último aliento exhalado entre los brazos de su amor, de su verdugo.

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