domingo, 12 de junio de 2016

La Muerte del Comerciante, según Beretta


Un pregonero anuncia por las calles de Ventormenta:

¡Atención ciudadanos de la Alianza, el temido y buscado malhechor, asesino y traidor que se hacía llamar El Comerciante ha muerto! ¡Contemplad su cabeza, clavada en la muralla del cuartel de la guardia del Casco Antiguo y cortada de la mano de los hombres de nuestro Rey, apoyados por la Casa Landcaster! ¡Hoy, nuestras calles son más seguras, gracias a la Luz, gracias al Rey Varian!

Versión oficial según Lord Adkins:

El corcel del Lord relinchaba mientras paraba en seco ante el robusto cuartel custodiado por más guardias de lo que era habitual. Adkins bajó, haciendo chocar entre ellas las placas de su dorada armadura. -Lord Adkins Landcaster, por aquí por favor.- Dijo un guardia. El noble asintió con firmeza, ocultando su prisa bajo un rostro de seguridad y siguiendo al joven armado. Adkins paró frente una puerta de metal perfectamente sellada, donde se abría una pequeña rejilla que daba al oscuro interior.

 Llegó un segundo guardia. -Lord Adkins, se presenta el Sargento Dave. El reo hace pocas horas que está aquí, aún no se le ha dictado una sentencia.- Dijo el Sargento rápidamente. -Intentaré aligerar los tramites de todo esto.- Comentó el Señor Landcaster, mientras, lentamente, acercaba sus ojos a la oscura ventana que daba al interior de la celda. -Hola, princesita.- Dijo una voz ronca, a la vez que unos brillantes ojos de carácter lobuno se colocaban frente a los de Adkins. -Hola, Comerciante. ¿Está acondicionada a tu gusto la habitación?- Dijo en un tono pausado, mientras recibía las groseras palabras del criminal. -Que te den, Barón.

Con la noticia de la detención de El Comerciante, el Casco Antiguo empezaba a hervir en rumores. 

Al poco tiempo, se detuvo un colaborador del criminal y se encarceló junto a él, un error que pasó factura más adelante. Adkins volvía de palacio con la sentencia para ambos prisioneros cuando un grupo de malhechores demasiado cerca del Cuartel lo amenazaron con matar a uno de los Vasallos de su Casa, Anthony, si ocurría algo a El Comerciante. No tardaron en rendirse y caer bajo el peso de los muchos guardias que quedaban cerca del Cuartel. El Lord bajó las escaleras hacia la entrada de la celda donde hacían acto de presencia un miembro del IV:7, un guardia y el Sargento. Adkins abrió el pergamino con la sentencia y leyó la cabecera en voz alta: "Sentenciados a morir."

Las dos mujeres apresadas por intentar secuestrar a Anthony se encerraron junto a los criminales. No fueron debidamente desarmadas. Los dos prisioneros se pusieron nerviosos, empezando a golpear la puerta. No había salida. El Sargento les anunció su destino. -Se hará justicia, Comerciante. No te mereces las calles de Ventormenta. Las ratas, por muy listas que sean, siguen siendo ratas.- Dijo el Lord a través de la rejilla. -Vamos, princesita, ¿A caso tu mereces tu título? ¡Vivo soy El Comerciante, muerto seré una leyenda!- Gritó el criminal, mientras con la daga que escondía, se abría en canal los intestinos.

Los guardias entraron rápidamente y contemplaron la escena. Minutos antes, el compañero del que ahora se autoproclamaba una leyenda se había ahorcado con su cinturón. Las prisioneras se hacían a un lado y El Comerciante, sonriente, moría lentamente mientras con su último aliento pronunciaba...
"El juego no termina aquí." 

Versión según Beretta: 

Piso franco en Ventormenta, a 29 de Mayo de 2012. (Cerca de la medianoche)

- Traidores! Sabandijas! Malditos Bastardos!!- Nissa permanecia en silencio observando a su jefa mientras rompía los muebles de la habitación, arrancando trozos de pared con sus afiladas garras, sus palabras gruñidas con voz gutural mientras sus dientes chasqueaban enfurecidos.

- ¿Cómo ha pasado!!? ¿¡¡Tenemos gente... por qué no se le ha liberado!!!???- en un momento dado la huargen enfurecida se lanza quedándose a escasos centímetros de Nissa. su agitado aliento moviendo sus oscuros cabellos, ante lo que la mujer... levanta sus áureos ojos respondiendo con dulzura.

-No nos dio tiempo... lo tenían preparado, en cuanto lo detuvieron tardaron menos de tres horas en condenarlo... si él hubiera esperado sólo un poco...-

- ¿Esperar??? Sabes muy bien que significaba para él estar encerrado!!! ¡Maldita sea!- su zarpa se hundió en la pared a escasos centimetros del rostro de la joven ,que enarcó una ceja con frialdad.

- Bueno... pues quizás debería haberlo pensado antes de actuar como un chiquillo..- no pudo terminar de hablar porque la huargen soltó un amenazador gruñido.

- ¡Vete!... desaparece de mi vista!!!!-

La vidente asintió levemente dirigiéndose hacia la puerta, deteniéndose unos instantes para murmurar unas palabras.

-Ahora... todo depende de ti, Beretta... ¿Estás dispuesta a pagar el precio?- 

-Sabes la respuesta... sin él... nada de esto tiene sentido.

-Estaremos en contacto...Recupera las armas...- con un suspiro salió de la estancia cerrando la puerta tras de sí, pero no sin antes escuchar el terrible aullido que salió del cuarto, un aullido que a mitad se quebró en un lamento humano.

Una figura embozada se dirige por las calles de la ciudad hacia el Cementerio, donde un grupo de hombres armados con grandes espadas y armaduras de placas la esperan.

Le señalan un cuerpo decapitado, ante el que se arrodilla despacio... con dulzura le acaricia las manos mientras susurra:

- ¿Dónde están sus pertenencias?- en silencio le tienden las armas de su esposo junto a un reloj y un mechero gnómico, eso la hace sonreír... es el mismo que intento robarle en su dia... el día en que se conocieron marcando sus destinos unidos hasta mas allá de la muerte.

- Si lo desea podemos realizar nosotros el entierro.-

- Ya han hecho bastante... yo me ocupare de él.- Se levanta observando desafiante a los caballeros armados, cuando uno de ellos se acerca y mirándola sombriamente susurra una advertencia.

- Tenemos pruebas suficientes para encerrarte  a ti y a toda tu "banda" el suficiente tiempo para que se os olvide de que color es el cielo, hazme un favor y compórtate como una buena viuda.- Beretta se limitó a mirarle fijamente, mientras el tipo subía a su caballo y tras un ademán instaba a su escolta a dejar el lugar.

Pasados unos minutos unas oscuras siluetas se congregan en torno a Beretta, quien con un sordo gruñido señala el cuerpo. En cuestión de segundos las sombras se llevan el cuerpo, mientras ella coloca el arma de chispa del Comerciante en su cinto. 

Nuevamente se desliza entre las sombras perdiéndose en la noche, hasta llegar a su destino.

Observa en silencio al pregonero mientras alza su mirada a las alturas donde clavada en la muralla del cuartel de la guardia del Casco Antiguo se encuentra la cabeza del Comerciante.

Sus facciones se endurecen al tiempo que sus manos se ciernen sobre las empuñaduras de sus dagas, una solitaria lágrima se desliza por su mejilla, murmura unas quedas palabras, tiempo después gira sobre sí y con un rápido gesto la limpia dándose la vuelta para internarse en las oscuras calles de Ventormenta.

Aquellos que se cruzaron en aquel momento con la joven solo pudieron escuchar: "El juego, no termina aquí"

(*) Efectivamente el juego no terminaba aquí, aunque a Beretta le esperaba un duro recorrido hasta alcanzar su objetivo.

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La Muerte del Comerciante, según Beretta by Nissa Audun is licensed under a Creative Commons Reconocimiento-NoComercial-SinObraDerivada 4.0 Internacional License.

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