lunes, 23 de mayo de 2016

EL ÚLTIMO PERMISO (II) : ¿POR QUÉ NO VINISTE?


Una vez más me encuentro caminando por las oscuras calles de la ciudad, no se escucha más que el repiqueteo de mis pasos, que se aceleran a la par que mi corazón. No estoy cansada al contrario, podría correr toda la noche, con tal de alcanzarte... sonriendo escondo aún más mi rostro entre las sombras de la capa, para evitar ser reconocida.

Finalmente llego a los grandes portones de la ciudad, que traspaso sin mirar atrás,  con una sonrisa me deslizo camino del bosque. A pesar de ir con prisa, se que tengo que andarme con cuidado, puesto que no se si me andarán siguiendo o si me encontraré con algún animal salvaje.

Camino agazapada, atenta a los ruidos de la noche, hasta que escucho el claro retumbar de las aguas de la cascada, sin poderlo evitar me acerco casi a la carrera, perdida ya toda prudencia, quedan pocos metros... 

Y en efecto, ahí te encuentro. Bañado por la tenue luz del atardecer, que arranca brillos irisados de tu melena castaña. Tus ojos verdes me observan con una chispa de alegría mientras en tus, por mi ansiados, labios se esboza una media sonrisa.

Mis malditas piernas se detienen por un instante negandose a dar un paso más, quizás mi cerebro inconscientemente les diera la orden, para que pueda grabar tu imagen en mi retina,  en cada fibra y rincón de mi memoria.

Ladeas el rostro con esa mueca de saberse irresistible, mitad soberbio mitad seductor, que me hace temblar como una niña inocente.

Lentamente me recompongo, y aparto la mirada acercándome lentamente.

- Bueno, ¿Vamos a entrenar o has venido a babear?- tus palabras me hieren como mil cuchillos, puesto que a pesar de que arda en deseos de saborear tus labios, de sentir el calor de tus brazos... no me atrevo a exponer mis sentimientos. Al fin y al cabo eres un compañero de trabajo, eres mayor que yo... es... peligroso.

- No se de que hablas, ha sido la luz del sol que me ha deslumbrado.- Le miro aparentando calma, mientras me desato la capa y la dejo a un lado, después de calentar los músculos (Como si hiciera mucha falta los estiramientos pudiendo observarle desde tan cerca...) me pongo en guardia esperando.

El tan solo sonríe, y lentamente enarca una ceja. Empieza el entrenamiento, tu me atacas, yo intento pararte o esquivarte, me corriges la postura, me lanzas contra el suelo un par de veces, te consigo acertar con un puñetazo... y mi preocupación te hace reír a carcajadas.

Eso como no deriva en que me cabreo, saco toda mi furia e intento hacerte una llave de las que me has enseñado, acabo casi cayendo de morros contra el suelo... salvo que te has vuelto a adelantar y me agarras de la cintura evitándolo. Con calma, me giras clavando tus ojos en los mios.

Me recompongo murmurando un quedo "gracias", pero no me sueltas. Siento mis mejillas arder, mientras un hormigueo incómodo sube desde el estomago hasta el fondo de la garganta, mi corazón corre desbocado, mi boca se seca... mis labios tiemblan y le sigue el resto de mi cuerpo cuando siento tus dedos colocándose bajo mi barbilla para alzar mi rostro. 

Nuestras miradas se encuentran y dejo de respirar... es cierto, no puedo respirar por un par de segundos, perdida en el mar embravecido de tu mirada, tienes que repetirme la pregunta porque no te oigo a la primera.

- Adryan... No puedo seguir así y no sé si sientes lo mismo pero necesito saberlo... Me gustas, y quiero conocerte más, no sólo como compañera de armas, o de entrenamiento... necesito saber de ti... -
¿Y que hago? Normalmente la gente cuando te cuenta historias de amor, te dice, y en ese instante sonrió y se besaron, y fueron felices y comieron perdices. Pues yo no. Porque soy asi de idiota.

Así que temblorosa aun le respondí antes de que mi cerebro pudiera corregir las palabras de mi corazón:

- Ya sabes todo lo que tienes que saber. Además tampoco se nada de ti... y no quiero que me hieran... 

- ¿No me conoces? Pregunta lo que quieras. Hace mucho que no confío en nadie, como tu también me han herido... pero no puedo negar lo que siento. Ahora... pregunta solo si de verdad estas interesada.

Con voz temblorosa le pregunté... y estuvimos hablando un buen rato, ahi de pie a media voz, hasta que me senti de nuevo cómoda con tu cercanía... y fue en ese momento, cuando dije algo que no pensé que diría...

- Derek... ¿de verdad me amas?- me sonreíste como nadie antes lo había hecho y me susurraste al oido - Desde el momento en que te vi por primera vez...-

Sonreí, y me acurruqué... alcé la mirada y deslice mis manos agarrandote de la pechera, te inclinaste y besaste con suavidad mis labios, traté de atesorar ese momento, deseé que el tiempo se detuviera...

De pronto siento el aire agitarse a mi alrededor, me abrazo a ti con fuerza, mientras te miro a los ojos... ante mí vas cambiando... todo a mi alrededor se mueve como si estuviéramos en el centro de un remolino, y apoyo mi frente en la tuya, y te miro a los ojos mientras veo pasar a nuestro alrededor toda nuestra vida...

Las peleas al principio en la taberna que pasaron a palabras de amor, las noches contemplando las estrellas escondiéndonos de los demás y sobre todo de mi hermana... Esa noche gélida en que en mitad del torneo Argenta, te arrodillaste sobre la nieve y con las luces de la aurora boreal como únicos testigos, me pediste en matrimonio... Los dos mirándonos como ahora, ante el altar mientras pronunciábamos nuestros votos... el beso que selló el compromiso... cuando me enseñaste a bajar en trineo por las cumbres nevadas cerca de Khaz Modan, las risas en nuestra casa en Forjaz... las conversaciones a la luz de la chimenea... 

Las imágenes a mi alrededor cada vez giran mas deprisa y siento como la tristeza nos embriaga... tu mirada serena se torna triste, mientras acaricias mi rostro, y murmuras palabras de aliento.

Te abrazo con fuerza para descubrir aterrada que con la fuerza del viento comienzas a deshacerte como una estatua de arena, suplico, grito y te imploro, beso tus labios ya fríos y escucho entre sollozos tu pregunta... tu rostro se desintegra mientras lo rozo con las yemas de los dedos... recabando la única lágrima que escapa de tu rostro...

El torbellino se estrella me zarandea, el estruendo se alza a mi alrededor, un grito se escucha en la lejanía cada vez con mas fuerza...

Y despierto una vez más asustada, sin saber que ocurre y descubro el rostro de Glelith, mi buena amiga, que me mira apenada mientras el tuerto, me zarandea tratando de despertarme de la pesadilla. 

Cierro poco a poco los labios al darme cuenta que ese grito que oía era mío, me deshago en lágrimas ocultando mi angustia en la almohada. 

El tuerto baja a por una infusión, mientras la maga me acaricia el hombro consolándome... como cada noche desde hace dos semanas... dos semanas en que me faltas...

No puedo decirles lo que me dices... tus últimas palabras que resuenan en mis oídos culpables...

... ¿Por qué no viniste?...



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jueves, 12 de mayo de 2016



EL ÚLTIMO PERMISO (I)

El silencio reinaba en la estancia mientras las dos figuras se observaban en silencio. 

- Ya he llamado a los demás, lo más seguro es que estén a punto de partir ¿vas a ir?
- Si.
- Puede que esté muerto... y quizás sea peligroso Adry.
- Lo sé, pero es mi marido Beretta.

La mujer la observó un momento seria, antes de pasarse una mano por el cabello, tocando por un instante el parche que cubría su ojo velado.

- Está bien... pero ten cuidado, no quiero enterrar dos cuerpos.
- Tranquila, se cuidarme ¿sabes? - la muchacha sonrió levemente antes de salir por la puerta, equipada con su armadura y sus hachas. Beretta permaneció observando la puerta largo rato, antes de inclinarse y sacar un comunicador del cajón de su despacho. Con calma lo conectó dejándolo sobre la mesa, acto seguido cogió uno de sus cigarros prendiéndolo con el mechero gnómico del Comerciante. En silencio acarició las inscripciones de este, atenta a las voces del comunicador.

Mientras tanto el grupo se reunió a las afueras de Ventormenta, el pelirrojo armado con su rifle, el cazador rubio armado con su arco, el tuerto con un enorme puro en la boca y la joven de melena rojiza.

En silencio subieron a sus chopper antes de arrancar y ponerse en camino.

La muchacha solo podía pensar en las palabras de Beretta: << Tengo noticias fiables del paredero de tu marido, tuvimos una visita... digamos poco amistosa en Bahia. Ahora sabemos donde está... pero puede que ya haya muerto. No obstante voy a mandar a los muchachos para realizar una extracción>>

Apenas escuchaba las palabras de ánimo de su compañero, perdida en sus recuerdos, rezando a todos los dioses que conocía porque... no llegaran tarde.

Finalmente llegaron al lugar, el tuerto como siempre tomó el mando, avanzando sigilosos entre los árboles hasta los altos muros que rodeaban el lugar, donde según los últimos informes, tenían retenido a su marido.

Tras casi seis meses sin verle finalmente estaba a un paso de recuperarle... frunciendo el ceño, apartó los pensamientos centrándose en una vía de entrada.

Rodearon los muros hasta una zona donde una elevación del terreno les permitiría ascender con ayuda del gancho, sigilosos lograron engancharlo y subir uno tras otro para echar un vistazo al panorama que les esperaba.

Pero el lugar estaba bien vigilado, antes de que Adryan pudiera agacharse en lo alto del muro, una flecha restalló entre sus manos, con rapidez pasmosa el pelirrojo, que previamente habia usado un paño para amortiguar el ruido de los disparos se giró y liquidó al vigilante de un tiro. 

El cazador, hizo lo propio con el otro vigilante, pero no pudo evitar que antes diera la alarma.

Las voces se alzaron dando la alarma... adiós a la sorpresa...

Con rapidez bajaron por el otro lado del muro, buscando una via de acceso. El tuerto señaló el muro semiderruido, por el que todos subieron poco a poco hasta una de las puertas de la torre, mientras del patio se escuchaba una terrible voz:

- ¡Ovejas para el matadero! ¡Vienen juguetes nuevos, traédmelos!¡Y liquidar a los juguetes rotos!

La muchacha cruzó la mirada con el tuerto asustada, eso no podía ser nada bueno, este frunció el ceño y la indicó que avanzara agachada hasta que el pelirrojo abriera la puerta con sus ganzúas.

Temblando nerviosa mientras veía al chico trabajar en la cerradura, echó un vistazo al patio por el que varios encapuchados avanzaban con rapidez en dirección a lo que parecían unos barracones, el cazador mientras tanto vigilaba con una flecha presta a ser disparada.

El sonido de la cerradura abriéndose hizo que se moviera como un resorte, desenfundando el hacha y alzando el escudo ante ella para cubrirse avanzó primero introduciéndose en la oscura escalinata, mientras las quedas maldiciones del tuerto la seguían al interior.

Siguió avanzando hasta alcanzar otra puerta, esperó a que sus compañeros estuvieran cerca antes de abrirla, sabía que estaba siendo descuidada pero necesitaba llegar a el, antes de que lo mataran... la luz la deslumbró brevemente antes de tener que retroceder bajo una andanada de flechas, suerte que llevaba el escudo y consiguió desviar la mayoría.

Entonces el tuerto la miro torvamente susurrando:

-Pelirroja, tu avanza y danos cobertura, el chaval y el cazador que nos quiten a esos de encima mientras vemos por donde avanzar. ¡Y nada de tonterías!

Asintiendo, avanzó con el escudo colocado para proteger a sus compañeros que rapidamente salieron tomando posiciones parapetados tras los muretes del pasillo medio derruido. El pelirrojo preparó el rifle y apuntó a su objetivo, tras seguirle unos pasos disparó certeramente, pero la nueva andanada consiguió colar un virote acertándole en la pierna. Con una maldición se agachó mientras el cazador tomaba su lugar disparando rápidamente varias flechas que impactaron en otros tantos blancos.

Aprovechando el respiro, el tuerto colocó el gancho deslizandose por el muro hasta abajo, seguido de cerca por el cazador.

En ese momento el pelirrojo le susurró a la muchacha.

- Colócate más cerca, con el escudo bajo y así me apoyo en tu hombro y nos cargamos a ese hijoputa

Asintiendo hizo lo que le indicaba, protegiéndose ambos tras el escudo sobre el que impactaban aún algunas flechas, éste apoyó el cañón sobre su hombro utilizándolo para fijar el blanco antes de disparar y volarle la cabeza al tirador.

Aún algo ensordecida por el tiro, la muchacha le siguió por la cuerda descendiendo. Al llegar al suelo, sintió como un extraño temblor sacudía el suelo, alzando la vista vió al pelirrojo y al rubio haciendole gestos para que se apartara. Dándose la vuelta extrañada vió acercarse a una espantosa y enorme abominación que cargaba contra ella, apenas tuvo tiempo de alzar el escudo antes del tremendo impacto que la hizo volar un par de metros antes de chocar contra la pared.

Aún atontada pudo ver como ambos disparaban a esa cosa, mientras el tuerto haciendo gala de su poco amor por su integridad física se subía a sus espaldas, mientras trataba de apuñalarle con la espada en la nuca, suponía que para cortar la conexión nerviosa y tirarle al suelo.

La abominación entre rugidos consiguió agarrar al tuerto de una pierna y lanzarlo molesto contra la joven, que ... en parte amortiguó su caida.

Aún se estaba levantando cuando estupefacta vió como un tanque renegado atropellaba a la abominación, que por aquel entonces estaba llena de flechas machacándolo.

El tanque siguió su camino estrellándose contra el otro muro. Los cuatro se miraron levemente antes de seguir avanzando, sin creerse aún su suerte.

El patio aparecía en ese momento desierto, seguramente los guardias que quedaban se habían parapetado en los barracones, cumpliendo sus siniestras órdenes. 

Hacia allí avanzaba la muchacha con el corazón en un puño, cuando tras una de las esquinas de un edificio distinguieron lo que parecia un cadalso. Un hombre con la cabeza cubierta por un saco de arpillera, pendía en precario equilibrio de una cuerda anudada a su cuello, mientras el verdugo encapuchado sonreía a los intrusos.

Con lentos y deliverados movimientos se acercó a la palanca para accionarla, mientras la voz que escucharan antes se elevaba de lo alto del muro, perteneciente a una figura embozada.

- ¡Tan cerca y a la vez tan lejos! ¿¡Venís a rescatar al soldadito!?... He disfrutado con su presencia, es un sujeto fuerte... ¡¡¡pero no dejaré que os lo llevéis vivo!!!

La muchacha gritó impotente al ver que el verdugo colocaba la mano sobre la palanca, pero su macabra mueca se tornó de sorpresa mientras el ruido de un disparo resonaba en el patio, el verdugo cayó hacia atras fulminado mientras el pelirrojo bajaba el rifle para recargarlo musitando unas quedas palabras.

La muchacha no esperó mas señal y se acercó a la carrera seguida de cerca del tuerto, hasta el hombre encapuchado, con el hacha cortó la cuerda y con cuidado tumbó al hombre, que se encontraba desnutrido y con evidentes señales de tortura.

Con el corazón desbocado, le retiró la capucha... para encontrarse con un rostro desconocido que la miraba asustado. Antes de poder reaccionar, el tuerto hundió la espada en su corazón matándole.

La muchacha rugió de ira alzando la mirada hacia el encapuchado, al tiempo de ver como les señalaba y una fuerza desconocida les tiraba de espaldas del cadalso.

- ¿¿¿Creíais que iba a ser tan fácil???...No, el que buscais está aqui...- Agudizando la mirada la muchacha pudo ver un hombre escuálido, cubierto de heridas y encapuchado como el anterior, atado a un poste como si de un trofeo se tratara- ¡Ah si... a ti te conozco tuerto! Estuviste en Naxramas ¿verdad? Como disfruté matando a tus compañeros... ¡como haré contigo!

El tuerto observó al nigromante contestando una sola frase: Lo quiero vivo.

Algo que no llegó a escuchar la muchacha que se alejó del lugar buscando frenética una forma de subir hasta lo alto del muro, rodeando el cadalso se subió a una de las cajas y de ahí se enganchó a una piedra de la pared, ayudada por el hacha y sus músculos, consiguió trepar por una zona del murete medio derruido hasta arriba. Sin detenerse ni percatarse de los gritos que venían de abajo, se lanzó sin miramientos hacia la figura que inclinada miraba encantado como unos necrófagos ponían en apuros al tuerto.

Silenciosa y mortal, la joven se abalanzó sobre él antes de darle tiempo a reaccionar cortándo la cabeza de un tajo, seguidamente se giró hacia la figura maltrecha cortando con el filo del hacha las cuerdas, ayudando al desmadejado hombre a tumbarse, con las lagrimas nublando su vista le quitó la capucha descubriendo la cara ajada de su marido, su amor... 

- Ya está... estamos aqui... estas a salvo... quedate aqui mi vida... voy a ayudar a los demás y luego vamos a casa ¿eh? te curaremos las heridas... todo será como antes...- sus manos temblorosas acariciaban el rostro del hombre, como tantas otras veces había hecho, recorriendo las heridas de sus mejillas, los surcos de sus ojeras...

Mientras tanto abajo, el tuerto luchaba en su forma huargen con los necrófagos mientras sus compañeros disparaban intentando darle un respiro, finalmente con un rugido consiguió apartarlos lo suficiente para encaramarse a las piedras y salir del foso.

Los muchachos cubrieron su retirada atravesando entre los barracones y saliendo del recinto, mientras el huargen trepaba por el mismo sitio que la muchacha hasta llegar arriba.

- ¡Que parte de lo quiero vivo no entiendes!?- Las maldiciones se acallaron al ver la escena que se desarrollaba ante el, la muchacha meciendo el cuerpo de su antiguo compañero de armas mientras sollozaba quedamente, con un ruido de huesos y chasquido de tendones recuperó su forma humana antes de acercarse a ella colocando una mano en su hombro.

- Debemos... está herido... ayúdame a bajarle...- gruesas lagrimas corrían por sus mejillas mientras abrazaba a su amor, su mirada suplicante se clavó en el.

- Muchacha... ya no podemos hacer nada, déjalo, tenemos que salir de aquí cagando leches.

- NO!! Está bien, solo se ha desmayado!! hay que bajarle!! no me voy de aquí sin el!

El tuerto la observó un instante asintiendo, y después le golpeó con fuerza en la nuca noqueándola, seguidamente ató su cuerpo y avisó al resto por el comunicador.

- Ayudadme a bajarla... la he tenido que noquear, que no quería dejar el cuerpo.

- Vale, estamos aqui abajo, la recogemos.- el pelirrojo le hizo una seña desde el suelo mientras el cazador vigilaba en torno para evitar alguna sorpresa.

Con cuidado, descendió el cuerpo de la muchacha con ayuda de la cuerda mientras aguantaba el peso tirando de riñones, una vez que estuvo en el suelo esperó a que la desataran y recuperando la cuerda, ató el cuerpo inerte de su compañero de armas, en silencio deslizó el cuerpo hasta abajo, como acababa de hacer con la muchacha.

Tras desatarlo, el tuerto recuperó una vez mas la cuerda y atándola bien para que aguantara su peso, se deslizó por la pared del muro hasta el suelo.

El rubio tenía cogida a la muchacha en brazos, mientras el pelirrojo cargaba con el escudo y el hacha de esta.

- Llevadla a la moto, me reuniré con vosotros en un rato.

Ambos asintieron mientras el tuerto cargaba con el cadáver del que conocían como Derek Hawk, perdiéndose entre los arboles a su vista.

Acatando las órdenes ambos se dirigieron hacia donde dejaran las motos, cargando con la desfallecida muchacha.

Por el camino el pelirrojo, que conocía levemente a Hawk le explicaba al cazador quién era este:

- Era un gran tirador, podía peinarte con la raya en medio a quinientos metros. Y era el marido de la que llevas en brazos.

- ¡No fastidies!

- ¡Y tanto que sí!... no quiero estar cerca cuando se despierte. Pobre, tan joven y ya viuda.

Al llegar a las motos, colocaron a la muchacha en el sidecar de una de ellas, y encajaron el escudo y el hacha de tal manera que no se cayeran con el traqueteo del viaje.

Al cabo de un rato, la muchacha empezó a desperezarse mirando en torno confusa.

- ¡Donde? ... - frunció el ceño mirandoles a ambos, que por precaución se mantenían a unos pasos de ella- ¡donde está! ¡Qué habéis hecho con él!-

- Eh! Tranquila... el tuerto se lo ha llevado, supongo que para enterrarle. En cuanto esté de vuelta le gritas a el.

Las palabras resonaron en su cabeza... "Enterrarle"... parpadeando se dejó caer en el asiento, mirando sin ver, poco a poco la realidad de tales palabras se asentó en sus pensamientos, encogiéndose sobre si misma apoyó la cabeza en sus brazos, sollozando en silencio.

<<Lo siento... he llegado tarde mi vida... perdóname>> 

Cuando el tuerto volvió al fin, todos subieron en silencio a las motos, volviendo hacia la ciudad. La joven sin pronunciar palabra en todo el trayecto se limitaba a mirar apesadumbrada el paisaje, mientras recordaba tantos momentos felices que no se repetirían.

Tras varias horas de camino, llegaron finalmente a la casa del tuerto, donde una solicita morena tomó a la muchacha de las manos ayudándola a subir a uno de los cuartos de invitados.

El tuerto junto a los chavales las dejaron a solas, permitiéndo a las muchachas algo de intimidad, mientras se encaminaban al cementerio de la ciudad.

Una vez allí, el pelirrojo y el tuerto dispararon veintiún salvas en honor del compañero caído.

La maga, mientras desnudó a la muchacha con cuidado, quitandole la armadura con delicadeza antes de prepararle una de las camas y conducirla a ella. A mitad de camino, al resonar las salvas, la joven cayó de rodillas ahogando un gemido de dolor, abrazada a la maga que acariciaba sus cabellos intentando darle consuelo.

Cuando el silencio reinó de nuevo, la muchacha medio se arrastró medio se apoyó en la mujer morena cayendo sobre la cama, dejandose abrazar por la maga que intentaba darle consuelo susurrándole hasta que el cansancio, el dolor y el vacío de su alma hicieron mella en ella durmiéndose.

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Miedo al fracaso.

Una vez mas me siento ante el ordenador, aprieto el botón de encendido y espero pacientemente hasta que es operativo. Entonces busc...